Todo el mundo sabe que la decisión de entrar en una residencia supone, para muchas personas, un momento difícil, y también para sus familiares más próximos, especialmente para sus hijos e hijas. Por eso es muy importante valorar antes si existen recursos de apoyo domiciliario que le permitan permanecer en su casa, o si una buena rehabilitación le permite recuperar autonomía para las actividades básicas de la vida diaria, para que pueda seguir viviendo en su propia casa el mayor tiempo posible.

Todos los centros Vitalia cuentan con Unidades de Terapias Intensivas (UTIs) con las más avanzadas tecnologías y terapias, y con profesionales altamente especializados para intentar la rehabilitación neurológica y funcional, que está permitiendo a muchas personas mantenerse en su hogar con un tratamiento ambulatorio para recuperar sus capacidades para las actividades básicas de la vida diaria, o regresar a su casa tras una estancia temporal en nuestra residencia para recibir estos tratamientos.

Pero cuando es firme la decisión de entrar en una residencia, todos los esfuerzos han de centrarse en buscar la más adecuada, aquella en la que la persona mayor se sienta lo más parecido posible a estar como en casa. Centros con ambiente hogareño, no masificados, donde la atención sea realmente personalizada, donde se respeten los gustos y decisiones de la persona y donde se respete su dignidad y no se les infantilice.

Estos son, con brevedad, algunos consejos para elegir residencia que se adapte a estos criterios.

Con carácter previo: 

  • La opinión de la propia persona:

Es un imperativo ético pedir y respetar la decisión de la propia persona que va a ingresar, si la gestión la están llevando a cabo otras personas. Porque ocurre a veces que bien por facilitarle la decisión, porque no le gusta la idea de ir a una residencia o porque pensamos que no tiene capacidad cognitiva suficiente, son los hijos/as u otros familiares quienes deciden no solo que debe ingresar sino en qué centro. En todo lo posible, hay que conocer y respetar la opinión de la persona sobre el ingreso y, en su caso, sobre la propia residencia. No privarlos de la capacidad de opinar sobre algo que afecta a su propia vida. Incluso en los casos de deterioro cognitivo, debemos contar con su opinión hasta donde sea posible. A nadie nos gustaría que otras personas decidan por nosotros sin siquiera consultarnos; aunque sean nuestros propios hijos o hijas.

  • Ubicación:

Valora que la ubicación del centro permita mantener las visitas y el contacto de los familiares y allegados con la persona que va a ingresar. Siempre que sea posible, elige un centro que, por su proximidad, facilite estos contactos, tan necesarios para las personas de avanzada edad y que tienen que vivir en un centro residencial.

  • Visita:

No elijas residencia sin visitarla antes. Están muy bien las fotos, vídeos o presentaciones en páginas web. Y también las reseñas que tenga el centro. Pero, así como nadie compraría un piso sin antes verlo, aún es más importante para elegir residencia. Visitarla, ver, oír, oler, sentir… En la visita, déjate llevar también por tus sensaciones: si es un lugar sombrío o luminoso, si se ve a las personas activas o “almacenadas” somnolientas en sillas de ruedas, la limpieza, el mantenimiento de los espacios y del mobiliario, los detalles, si el olor es o no agradable… Observa si exhiben sin pudor, como decoración, las manualidades que hacen los propios residentes como si fueran niños o niñas de un centro infantil (carteles, montajes, corazoncitos, lacitos…) Estas sensaciones dicen mucho del centro. Piensa si a ti te gustaría vivir en él, si te sentirías a gusto.

  • Transparencia:

Si es una buena residencia no tendrán problema en enseñarte cualquier espacio que quieras, y no sólo aquellos que entran en “la visita guiada”. Es lógico que quieras ver la cocina y las despensas, la lavandería, las habitaciones y los diferentes espacios del centro. Ver la comida que se está preparando o que van a comer ese día. Si te ponen problemas diciendo que determinados espacios (por ejemplo, la cocina) no se pueden ver porque lo prohíben las normas sanitarias o que sólo pueden acceder el personal del centro, puedes dudar de la calidad del mismo. Ningún espacio debe estar restringido a la visita que realices, salvo por problemas de intimidad de las personas (por ejemplo, habitaciones ocupadas sin permiso del propio residente) o porque se altere alguna dinámica que se esté llevando a cabo en ese momento

Qué aspectos debes tener en cuenta para valorar la calidad de la residencia: 

Teniendo en cuenta lo anterior, vamos a ofrecerte un decálogo de que creemos que debes valorar cuando visites un centro y a la hora de elegir una u otra residencia.

  • Ambiente hogareño, para vivir como en casa:

Una residencia no es una casa; que no te digan que es como un hogar y que en ella todos son “como una gran familia”. Afirmaciones como estas sólo son eufemismos, porque una residencia nunca será como tu casa, pero ello no significa que no debamos buscar residencias lo más parecidas a una casa. Porque a nadie le gusta vivir en lugares masificados, con grandes salones y comedores, horarios rígidos, actividades iguales para todos… Una persona mayor tiene derecho a no vivir como en un internado, masificado. Es letal para su bienestar emocional -y físico-. Por eso vale la pena elegir centros que cuenten con Unidades de Convivencia para no más de 15 ó, como máximo 20 personas cada una de ellas. Con ambiente hogareño, incluso con pequeños módulos de cocina para que las personas residentes puedan tener en un frigorífico aquello que más les apetezca, calentarse un café o una infusión, preparar un postre o un dulce… Unidades de Convivencia que cumplan funciones de comedor y sala de estar, que eviten el estrés de continuos traslados de los residentes, donde se favorezca la convivencia y un trato más personalizado, al estar cada una de ellas atendida por las mismas personas cuidadoras.

  • Que pueda disfrutar del aire libre siempre que quiera:

Para cualquier persona, pero más aún para una persona mayor, acceder a espacios al aire libre de manera habitual es muy positivo tanto para su salud como para su estado de ánimo. Por eso la importancia de que las personas residentes puedan acceder, siempre que quieran y que las condiciones meteorológicas lo permitan, a patios, terrazas, jardines…, para pasear, descansar, conversar o estar con sus visitas. Valora que estos espacios estén próximos a las Unidades de Convivencia y plenamente accesibles, para que puedan ir ellos mismos o acompañados de sus cuidadores. No te dejes deslumbrar por grandes jardines que rodean un centro, si las personas residentes no pueden acceder con facilidad y permanecer en ellos de manera habitual. Comprueba por ti mismo que es así, y en la visita al centro observa si los espacios exteriores están siendo realmente utilizados por los residentes.

  • Intimidad y privacidad:

Las personas necesitamos espacios de intimidad y, sin ellos, nuestra propia identidad está amenazada. Esto sigue siendo válido también para las personas de edad avanzada. Por eso es importante que el centro tenga un porcentaje alto de habitaciones individuales, y que sean acogedoras, luminosas (imprescindible con ventana al exterior). Que no sean sólo un lugar para dormir, y que la persona pueda permanecer en ellas descansando, leyendo, viendo la tele o con sus visitas, si lo desea y está capacitado para ello.

Además, que puedan disfrutar en su propia habitación de servicio de habitaciones, como desayuno, comida y cena en la misma.

  • Convivencia familiar:

Para una persona mayor que tiene que ingresar en una residencia, lo más doloroso es perder el contacto habitual con sus seres queridos. Por eso es importantísimo que la residencia favorezca al máximo esta convivencia. Si se limita a un horario estricto y limitado de visitas, y a unas salas de visitas determinadas, el centro no favorece esta convivencia. Los familiares o allegados del residente deben poder acceder y permanecer con la persona residente en los lugares donde hace su vida, en su Unidad de Convivencia, en los espacios exteriores, en su habitación…, es su casa, el lugar donde vive y parte de la vida es la convivencia con sus familiares. Los horarios de acceso y permanencia en estos espacios sólo tienen que estar limitados por el respeto al descanso o la intimidad del resto de residentes o para facilitar a los/as trabajadores/as la realización de sus tareas.

Hay centros que ofrecen servicios específicos para la convivencia familiar, como comedores privados donde los familiares pueden comer el día que quieran con el residente, o realizar celebraciones en fechas señaladas. Incluso apartamentos para que en situaciones especiales algún familiar pueda alojarse en el centro. Son servicios que añaden un plus extraordinario de calidad, y que debes valorar en lo que suponen si el centro los ofrece.

  • Comida casera y de calidad:

La comida es uno de los aspectos que más satisfacción o insatisfacción crean en una residencia. Por eso importa que compruebes bien todo lo relativo a la comida. No te conformes si te dicen que los menús están controlados por un dietista y que garantizan todos los valores nutricionales. Eso se tiene que dar por supuesto, y es algo que controlan las administraciones a través de sus servicios de inspección sanitarios y sociales. En primer lugar, valora que el centro tenga cocina propia, ya que es la forma de elaborar comida casera y de adaptarla a los gustos de las personas residentes. Valora también si los residentes pueden opinar o participar en la elección de menús. Si pueden elegir, tanto en comida como en cena, entre varios platos, y si existe alternativa en caso de que a la persona residente no le guste ninguno de ellos. Si los familiares pueden ver lo que se cocina o lo que se come. Como te decía, algunos centros ofrecen a los familiares la posibilidad de comer con el residente. Esa es, sin duda, la mejor manera de hacer transparente la cocina del centro, que los familiares puedan ir a comer la misma comida que el residente. Valora los centros que ofrezcan esta opción.

  • Atención personalizada:

En todos los centros te dirán que ofrecen “una atención centrada en la persona”. Pero pregunta en qué se concreta esa expresión tan manida actualmente. Qué capacidad tiene la persona para decidir, por ejemplo, qué quiere comer (al menos poder elegir entre varias opciones), a qué hora quiere levantarse, si es que tiene capacidad cognitiva para ello, y si quiere o no desayunar en la habitación, si puede decidir las actividades o terapias en las que quiere participar o en las que no quiere participar… Eso es una atención personalizada, si no, sólo una frase hecha. Por supuesto, pregunta si va a tener un Plan de Atención, un Plan de Cuidados y un Plan de actividades de ocio específico para él o para ella, o si se va a tener que adaptar un plan de actividades y cuidados igual para todos.

En definitiva, hay que valorar la actitud y la capacidad del centro y de sus profesionales para adaptarse a cómo quiere vivir la persona residente, y no al revés, que intenten que sea la persona la que se adapte al centro. La prioridad en los cuidados tiene que ser las necesidades y preferencias de la persona y no las exigencias de la organización del centro ni tampoco los hábitos de trabajo de sus profesionales.

  • Servicios médicos 24 horas. Prolongación de cuidados sanitarios:

La persona que ingresa en una residencia sigue teniendo todos sus derechos a la atención sanitaria a cargo del Sistema Público de Salud de su Comunidad Autónoma, es decir, a tener un médico de cabecera del Centro de Salud al que corresponda, y la atención a cargo de los especialistas, en su caso, o la hospitalización en un centro público. Esta atención sanitaria no tiene por qué realizarse a costa del precio de la residencia, ya que sería discriminatorio para quienes lo abonan, al tener derecho como cualquier persona a una sanidad pública gratuita. No obstante, es importante que, atendiendo a la vulnerabilidad que afecta a muchas personas de edad avanzada, los centros residenciales de mayores ofrezcan una prolongación de los servicios sanitarios, facilitando las atenciones del Sistema Público de Salud. Así han de tener un servicio médico y de enfermería para la gestión de fármacos y para el seguimiento de la salud y de las incidencias sanitarias que puedan afectar a las personas residentes. Infórmate sobre los horarios de permanencia de estos profesionales en el centro y sus horarios de atención a familiares para informar sobre la situación de la persona residente.

Habida cuenta de que no es necesaria ni exigida por la normativa la presencia física permanente del médico en el centro (las residencias son centros sociales, no sanitarios) debes valorar si el centro dispone de sistemas de telemedicina que garanticen una atención médica 24 horas, como garantía para las personas y para los trabajadores, y para facilitar las derivaciones a los servicios sanitarios de urgencia.

  • Dignidad, independencia y autonomía. Centro libre de sujeciones:

Las sujeciones, tanto físicas (cinturones, muñequeras…) como farmacológicas (sobremedicación) deterioran a la persona, atentan contra su dignidad, afectan muy negativamente a su salud provocando patologías previamente inexistentes, pueden llegar a ser dolorosas e incluso peligrosas, y le hacen cada vez más dependiente y menos capaz. Se puede y debe garantizar la seguridad de las personas sin utilizar sujeciones. Valora mucho que el centro esté acreditado como Libre de Sujeciones, por parte de alguna entidad independiente, lo que asegura que tiene los medios para garantizar la seguridad, siempre en lo humanamente posible, con mobiliario adaptado, tecnologías, espacios accesibles y, sobre todo, con formas de organización y de atención personalizada, sin necesidad de sujeciones. Hay evidencias suficientes para saber que en los centros libres de sujeciones los porcentajes de caídas de sus residentes y las consecuencias de estas caídas, no son mayores que las que se producen en centros con uso y abuso de sujeciones. Y en los primeros, la calidad de vida de las personas es mucho mayor, y se evita el sufrimiento y la indignidad aparejadas al uso de sujeciones mecánicas o sobremedicación

  • Servicios para la rehabilitación:

Todas las residencias tienen que ofrecer servicios de terapia ocupacional y fisioterapia, para mantener las capacidades físicas y mentales de las personas (memoria, motricidad fina, movilidad…). Pero es un error considerar que es las personas de edad avanzada solo hay que mantener o evitar el deterioro; siempre es posible rehabilitar, incluso en aquellas personas que han sufrido traumatismos que los han postrado en sillas de ruedas, o quienes sufren las consecuencias de un ictus o enfermedades neurodegenerativas. Te sorprendería los resultados que se pueden lograr con terapias que utilicen tecnologías avanzadas a cargo de profesionales especializados. Especialmente para recuperar la posición erguida y la movilidad, ya que supone una gran mejora de la salud (fortalece los músculos, facilita el tránsito intestinal…) y para el estado anímico de la persona. Pregunta si el centro cuenta con servicios especializados en rehabilitación neurológica y funcional y, si es así, pregunta por sus terapias, sus tecnologías, sus profesionales y, por supuesto, sus precios.

  • Centros abiertos a la comunidad:

Que la residencia esté ubicada lo más cerca posible del lugar donde la persona vive, permite que pueda mantener sus referencias; incluso para personas con deterioro cognitivo, mantener sus referencias es importante. El desarraigo es especialmente negativo, y más en su edad avanzada. Para que cumplan esta función, no sólo importa la ubicación sino constatar que la residencia es un centro abierto a la comunidad, permeable, en el que se favorece que las personas residentes participen, en los posible, en la vida del entorno (actividades culturales, festivas, salidas a parques, museos, mercados…) y se relacionen con colegios, institutos, asociaciones…, de manera que la vida de la comunidad entre también en la residencia, para que quienes viven en ella puedan sentirse parte de esa localidad o barrio.

Autorizaciones, normas y procedimientos

Comprobar  que la residencia cumple la normativa y que estén garantizadas no solo las atenciones y cuidados que la persona mayor necesita, sino también sus derechos y los de los familiares. Para ello debes valorar lo siguiente:

  • Licencias y autorizaciones administrativas:

Constata que el centro tiene todas las licencias que le autorizan a funcionar como tal, y que expuestas en un lugar visible:

  • Licencia de actividad que otorga el Ayuntamiento correspondiente, que acredita, entre otras cosas, que las instalaciones cumplen con las medidas de seguridad en caso de incendio, inundación, etc.
  • Autorización de funcionamiento e inclusión en el Registro de Centros y Servicios Sociales del Gobierno de la Comunidad, que asegura que ha sido y es inspeccionado por funcionarios públicos para controlar que cumple las condiciones materiales y funcionales y en concreto, que cuenta con la dotación de personal exigida.
  • Autorización de Sanidad para elaboración de alimentos y comedor colectivo, como se exige a cualquier establecimiento de restauración.
  • Autorización del Departamento de Salud de la Comunidad para acreditar que cumple con la normativa exigida para prestar servicios médicos, de enfermería, fisioterapia…
  1. El precio es un aspecto esencial que condiciona la decisión de ingresar en un determinado centro. Es importante que te dejen claro qué servicios pueden estar fuera del precio global, es decir, aquellos que se cobren aparte (p.e., peluquería, manicura, servicios de rehabilitación, acompañamientos…). También es muy importante que te digan si el centro cuenta con plazas concertadas con la administración, en cuyo caso será la propia administración quien decidirá el ingreso en las mismas (en función de la existencia o no de lista de espera) y lo que la persona deba pagar, en función de si tiene reconocida su situación de dependencia y de sus ingresos; o si el centro está acreditado para que la persona residente pueda recibir una ayuda en forma de prestación económica vinculada al servicio, si tiene reconocida su situación de dependencia, y cuya cuantía estará igualmente relacionada con su capacidad económica personal (no familiar).
  • Contrato:

Solicite que le muestren el contrato que ha de firmar en caso de ingreso, y léalo detenidamente antes de firmarlo. El modelo de contrato debe ser aprobado por el órgano competente del Gobierno Autónomo. El contrato tiene que estar encabezado por el Centro y el usuario (quienes firman) y en caso de que el usuario muestre incapacidad para decidir, encabezar el contrato con la firma del familiar responsable que se declare, si no existe incapacitación judicial, en cuyo caso será quien esté asignado como tutor el que consta en el mismo, indicando los datos del documento de incapacitación.

Algunos aspectos del contrato que debe considerar de manera especial son los siguientes:

  1. Si el día que se firma el contrato es el mismo día que se empieza a prestar y a facturar el servicio.
  2. Importe mensual del servicio. Los Centros acreditados tienen expuestas las Tarifas oficiales compulsadas anualmente por el órgano competente de la correspondiente Comunidad Autónoma.
  3. Debe especificar que el usuario o su familiar responsable en su caso, tiene derecho a recibir una copia del Reglamento de Régimen Interior del Centro, el cual debe estar compulsado por el departamento de Inspección de Servicios Sociales para garantizar que refleje con claridad tanto los derechos del usuario como las normas del Centro.
  4. Especificar la autorización del usuario al Centro para facilitar a su familiar responsable la información que necesite sobre su situación o cualquier otro aspecto de su estancia en el Centro.
  5. En el contrato el Centro debe especificar que asume la guardia y custodia de toda la información de carácter personal y sanitario del usuario, respetando todas las exigencias legales de protección de datos.

Lea atentamente el Reglamento de Régimen Interior del centro, que le deben aportar, para comprobar que los derechos del usuario garantizan los cuidados que le han informado en la visita. Y no deje de preguntar sobre cualquier aspecto que no esté claro o que eche en falta, hasta que tenga claro lo que va a firmar.

  • Ayuda para realizar los trámites:

Pregunta si el centro ofrece, a través de su trabajador social, asesoramiento gratuito para realizar los trámites necesarios para el ingreso y, en su caso, para solicitar la valoración de la situación de dependencia y para tramitar las ayudas a las que pueda tener derecho.