Como toda enfermedad neurodegenerativa, el Alzheimer es un tipo de demencia que se desarrolla y agudiza con la edad. La detección precoz y la adecuada intervención ante sus primeros síntomas, por parte de profesionales sanitarios y del entorno familiar, son claves para el abordaje eficaz de estas patologías.

El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa, que constituye la causa más común de la demencia y que afecta especialmente a las personas de avanzada edad. Una enfermedad que afecta a la memoria, al pensamiento y al comportamiento, con síntomas que por lo general se desarrollan lentamente y empeoran con el tiempo, hasta que imposibilitan la realización de tareas cotidianas y poder llevar a cabo unas relaciones de convivencia adecuadas, incluso con las personas de su entorno más cercano.

Normalmente son éstas, los propios familiares, los que suelen detectar los primeros síntomas de esta enfermedad, ya que la persona afectada no es consciente de ello.

Por eso es importante mostrarnos alerta ante las señales de advertencia que detallamos a continuación, como indicativas de que una persona pudiera estar desarrollando el Alzheimer. No obstante, hay que recordar que ningún síntoma, si se produce de manera aislada, implica la existencia de esta afección. A lo que deberemos prestar atención es a la suma de ellos y a la frecuencia de los mismos, siempre que no tengan una justificación por ninguna situación relevante. En todo caso, siempre es conveniente poner estos hechos o indicios en conocimiento de un médico, para que valore si realmente son indicativos de que se está produciendo una enfermedad neurodegenerativa y, en su caso, orientar a la persona hacia el tratamiento precoz más conveniente.

Fases del Alzheimer y primeros síntomas.

Como hemos dicho, es importante detectar de manera precoz los síntomas que indican que una persona puede estar comenzando a sufrir Alzheimer, ya que la intervención precoz es la mejor vía para retrasar o aliviar sus efectos. Así, es importante saber que las personas con Alzheimer en sus primeras etapas, presentan comportamientos similares a estos:

  • Desorientación en tiempo y lugar: se olvida de la fecha o deambula sin rumbo fijo ni razón aparente en lugares y trayectos conocidos, en busca de referentes en los que ubicarse.
  • Dificultades para memorizar cosas nuevas: la persona es incapaz de recordar hechos recientes, como qué ha comido por última vez o repite en bucle una misma frase o pregunta, no se acuerda de que ya la había formulado ni de lo que le habían respondido.
  • Pérdidas de memoria que afectan a situaciones de la vida cotidiana: coloca objetos de la casa en lugares erróneos, presenta dificultades para manejar equipos electrodomésticos de uso habitual o tiene problemas para llevar la contabilidad doméstica, realizar la compra o cocinar.
  • Cambios bruscos en el estado anímico o en el humor: la persona se siente desconfiada, triste y fácilmente irritable, llora sin motivo aparente. Puede presentar desinhibición sexual y, en ocasiones, agresividad.
  • Le cuesta relacionarse, se muestra nervioso en ambientes poco familiares o ante situaciones nuevas. Pierde la motivación y la iniciativa, se muestra introvertido y tiende a aislarse por el miedo a no ser capaz de gestionarlas.
  • Desconfianza hacia familiares, amigos y cuidadores: presenta sospechas infundadas o delirios que le hacen creer, por ejemplo, que le han robado si no encuentra las cosas o que la comida está envenenada y que hay personas que están intentando hacerle algún mal.
  • Trastornos del sueño. Se siente confuso y agitado al llegar la noche, a menudo se despierta y se levanta desorientado, presenta somnolencia y necesidad de dormir durante el día.

Un conjunto de síntomas que suponen un cambio radical en la forma de ser y de relacionarse de la persona, y que, cuando se producen, generan un impacto en su entorno que puede resultar muy difícil de asumir, especialmente si no se relacionan a tiempo con una enfermedad neurodegenerativa, y si no se tratan como tal, tanto por parte de su entorno como a nivel médico.

Identificar y comprender este tipo de síntomas facilitará a las personas cuidadoras o a quienes conviven con la persona afectada, adaptarse mejor a sus necesidades y también prevenir que esta situación deteriore las relaciones personales o familiares. Ante la evidencia de síntomas como los descritos, lo mejor es acudir al médico de familia, para que pueda evaluar su alcance, orientar a la familiar sobre cómo debe actuar y, en su caso, realizar la derivación hacia el especialista que determine la intervención o tratamiento que proceda.

Un tratamiento con terapias adecuadas

El Alzheimer, como toda enfermedad neurodegenerativa, se manifiesta y se agudiza con la edad. Por eso afecta de manera especial a personas de avanzada edad. Y de ahí la importancia de que reciban el tratamiento adecuado, bien de forma ambulatoria, para quienes viven en su propio domicilio, o en los centros residenciales de mayores.

Comprendiendo la incidencia tan grande que estas enfermedades asociadas a procesos de envejecimiento, en los centros Vitalia hemos incorporado profesionales y equipamientos específicos para trabajar la enfermedad y tratar de detener el proceso de deterioro del Alzheimer. Investigamos continuamente nuevos tratamientos y tecnologías en nuestras Unidades de Terapias Intensivas y formamos a nuestros profesionales para adaptarnos a las novedades clínicas que van apareciendo, e incorporando las terapias más avanzadas.

Somos conscientes de que, aun con sintomatología similar, cada persona que sufre Alzheimer requiere una atención específica, en función de sus propias circunstancias, de la fase en que se encuentra el desarrollo de la enfermedad, se su red de apoyo familiar, etc. Por eso, en los centros Vitalia diseñamos un programa personalizado y realizamos un seguimiento personal de cada uno de nuestros usuarios, documentando a los familiares de su evolución y hechos destacados en el día a día. Así, el seguimiento facilita tomar medidas eficaces para frenar el deterioro que acompaña estas enfermedades.

La atención personalizada, la comprensión y el apoyo familiar, son esenciales para la calidad de vida de las personas mayores que sufren enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer. Por eso nuestros tratamientos incorporan el apoyo y orientación a los familiares.

Y en el caso de que la persona necesite un centro residencial, en los centros Vitalia ofrecemos espacios hogareños, para grupos de no más de 15 personas, que facilitan la convivencia y la atención personalizada, evitando los perniciosos efectos que tiene la masificación y el estrés que suponen los continuos desplazamientos para personas afectadas por demencias tipo Alzheimer. Y con acceso directo a patios, terrazas o zonas ajardinadas, para que puedan disfrutar del aire libre de manera habitual, con efectos muy beneficiosos para su salud y su estado de ánimo.

En nuestros centros damos mucha importancia a la comida, procurando que además de nutritiva resulte atractiva para las personas residentes, por lo que tenemos cocina propia y un comité culinario en cada centro, para que los propios residentes digan qué menús les gustan y como deben adaptarse a los gusto y tradiciones culinarias de la zona. El papel de la comida tradicional como reminiscencia, es factor positivo para la orientación de personas con deterioro cognitivo y dificultades de adaptación a la realidad.

Por último, las medidas de contención física o mediante la sobre medicación, resultan no sólo un atentado contra la dignidad de las personas, sino que son muy contraproducentes, ya que agudizan el deterioro de sus capacidades físicas y cognitivas, y produciendo desmotivación. Por eso nuestros centros, los centros Vitalia, trabajamos para ser Centros Libres de Sujeciones, poniendo en marcha medidas para garantizar la seguridad de nuestros residentes sin merma de la seguridad, como espacios interiores y exteriores totalmente adaptados, mobiliario ergonómico, tecnologías innovadoras y, sobre todo, un modelo de organización que asegura la atención personalizada, con especial cuidado a las personas valoradas de mayor riesgo en cuanto a caídas. Ello nos ha permitido que muchos de nuestros centros tengan 0 sujeciones, que tenga ya la acreditación de Libres de sujeciones físicas o farmacológicas, y que, en conjunto, ni siquiera el 3% de todos nuestros residentes tienen algún tipo de sujeción. Y ello comprobando, mes a mes, que no se ha producido ningún incremento en las caídas o en sus consecuencias. Las personas con Alzheimer o cualquier tipo de demencia, afectadas en sus capacidades cognitivas y de deambulación, encuentran en nuestros centros la seguridad a la que tienen derecho, y su dignidad como personas, que todos estamos obligados a respetar.